sábado, 22 de marzo de 2014

declaración de intenciones

Los apenas catorce kilómetros que separan Marruecos de España son una distancia mínima, insignificante en lo geográfico, pero en lo cultural a veces la ignorancia la ha agrandado tanto, que el estrecho se ha ensanchado hasta significar ostentosamente la frontera entre dos
continentes. Así, lo que es un lugar natural de paso, es decir de intercambio, comercio y conocimiento, se ha querido ver, a fuerza de prejuicios, como una muralla erigida desde el norte como bastión infranqueable frente a las acometidas del sur. Pero del mismo modo que no se puede prohibir el hambre ni el mandato instintivo de la supervivencia, por muchas vallas que se levanten y por muchas cuchillas con que las refuercen, tampoco se puede sofocar una mutua y secular influencia cultural, tan viva en sus manifestaciones populares, que su calado en nuestras lenguas es el mejor ejemplo de su extraordinaria dimensión. El mismo nombre de la ciudad desde donde escribimos esto -Casablanca- o una expresión tan sencilla de deseo como el arabismo "ojalá" resumen esa hermandad que, desde las páginas de este blog, pretendemos reforzar.  

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